Sabía de tí y de los otros
quejumbrosos milagros de un cielo roto
batido en alas de dolor y códigos de entuertos
Sabía de tí, de tu innegable acento en la í
de tu rabia vespertina y tus mañanas holocáusticas
Sabía de tí casi todo
Salvo lo que siempre supiste
que tú y yo: somos uno.
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