Cuando vienes con las manos blancas, mi piel se ofrece al arado intenso de tus ganas, el alma despierta despacio, sin palabras en tus ojos bellos, destellos de vida, canciones de lunas derramadas bajo una sola sombra que se mece, navegando este silencio, entre el éter profundo de bocas que queman por callar y sacudir a miles de oídos que despiertan en la piel.
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